Fotografia a Catalunya
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15.08.2016 — 13:28

JOAN ANDREU PUIG FARRAN

Pablo González Morandi. Observatori de la Vida Quotidiana

Catalans: el magazine popular, 30 de junio de 1938.

Actualmente ya nadie discute que la fotografía es una herramienta fundamental para la reconstrucción de nuestra historia reciente. En este contexto, en los últimos años algunos fotógrafos han sido entronizados en extensas exposiciones, en conferencias, retrospectivas, homenajes, publicaciones o documentales, y se los ha convertido en los cronistas gráficos oficiales de nuestro pasado más reciente. Otros fotógrafos, a pesar de haber trabajado en el mismo periodo, sobre las mismas realidades sociales y con la misma intensidad, aún siguen escondidos en los cajones del olvido.

En Cataluña, la polémica nacida a raíz del llamado "caso Centelles" ha sacudido el panorama fotográfico y ha revalorizado para un gran público la imagen documental del periodo republicano y de la Guerra Civil. Pero Agustí Centelles no es el único fotógrafo que, a causa de la guerra y la posterior represión franquista, cayó en el olvido. De hecho, fueron muchos los fotoperiodistas que sufrieron el mismo destino y que, precisamente por ello, aún hoy en día son prácticamente desconocidos.

Uno de dichos fotógrafos es Joan Andreu Puig Farran. A pesar de ser uno de los profesionales del fotoperiodismo más activos en la Barcelona de los años treinta, es casi un desconocido.

APUNTES BIOGRÁFICOS

Puig Farran nació en Belianes (Lleida) en el año 1904. A finales de los años veinte, y por motivos que desconocemos, abandona Lleida con su familia y se instala en Barcelona.

Su trayectoria profesional se consolidó alrededor del trabajo que se generó en la Barcelona de la Exposición Internacional de 1929. La celebración de dicho evento supuso la consolidación del oficio de reportero gráfico en Barcelona y marcó, con paso firme, el camino hacia la plena modernidad que advino durante los años de la República. Puig Farran se asoció con su buen amigo Carlos Pérez de Rozas Masdeu. La nueva sociedad, enfocada principalmente al retrato, tendrá diferentes nombres: “Fotografía Exposición. Pérez de Rozas & Puig” y “Art-Express”. La sociedad tenía su sede en la Rambla dels Estudis número 6, en el mismo edificio del popularmente conocido como “Palacio de Las Noticias”. Montaron un estudio fotográfico consagrado al retrato situado en el Salón de Proyecciones de la Exposición donde, en poco más de un año, llegaron a tomar cerca de 90.000 fotografías. Cobraban tres pesetas por copia y la flor y nata de la ciudad les buscaba para inmortalizarse.

PUIG FARRAN FOTOPERIODISTA

Con el advenimiento de la República, Puig Farran se separa de su socio y empieza a trabajar en solitario como reportero gráfico para diarios y revistas. A partir de ese momento y hasta el final de la Guerra Civil, Puig Farran será una signatura habitual. Formará parte de una generación de reporteros gráficos tan desconocida como importante en la historia contemporánea de la fotografía documental del país. Una generación que trabajó codo con codo para dejarnos un legado monumental publicado en decenas de diarios y revistas nacionales e internacionales de la época. El mismo Centelles lo dejó escrito en su diario personal: “Había en Barcelona los siguientes fotógrafos cuando comencé a trabajar por mi cuenta: Merletti, Brangulí, Sagarra, Badosa, Pérez de Rozas, Torrents, Maymó, Puig Farran”.

La actividad de Puig Farran como reportero gráfico se inició en el diario La Humanitat en el año 1931. En sus páginas colaboraron algunos de los fotógrafos más importantes del periodo: Sánchez Català, Martí, Josep Domínguez, Gabriel Casas, Agustí Centelles o Josep Maria Sagarra, entre otros.

Puig Farran, como la mayoría de profesionales del reporterismo gráfico de aquella época, se dedicaba a la información generalista. Al recorrer su obra en el diario, vemos que tanto podía fotografiar la fachada del nuevo edificio del Banco de España (13 de febrero de 1933, página 6) como la muerte de Francesc Macià (26 de diciembre de 1933, portada), o la escena de unos pistoleros heridos (29 de julio de 1934, portada) como la entrevista entre Lluís Companys, presidente de la Generalitat de Cataluña, y Manuel Azaña en el balneario de Sant Hilari Sacalm (14 de agosto de 1934, portada). 

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La Humanitat, 14 de agosto de 1934.

En 1933, La Humanitat es adquirido por Editorial Llibertat S. A., quien dos años después impulsaría un proyecto más rompedor y arriesgado, el vespertino Última Hora. El éxito en los quioscos fue inmediato gracias a la espectacularidad de la portada, el uso de la tipografía y una cuidada maqueta que daba mucho espacio a los recursos gráficos. El diseñador de este modelo directamente importado de los EEUU, donde había vivido, fue Josep Escuder, su redactor jefe. Escuder apostó por fotógrafos jóvenes como Agustí Centelles, Antonio Goncer Rodríguez (Gonsanhi) y Joan Andreu Puig Farran. La diversidad de temas de actualidad que fueron objeto fotográfico en aquellos tiempos frenéticos es prácticamente inabarcable. Pero la actualidad de la época pone en evidencia una clara evolución hacia los hechos políticos como reclamo principal. La mayor presencia de imágenes en los diarios y revistas fue acompañada de un creciente peso ideológico que se radicalizaría progresivamente de acuerdo con el contexto.

A partir del año 1932 Puig Farran comenzará a publicar fotografías en La Vanguardia, el medio de mayor difusión de la prensa catalana. La campaña del Estatuto de 1932, la manifestación antifascista del 29 de abril de 1934, los hechos de octubre de 1934 o la llegada de Companys en marzo de 1936 son solo algunos de los acontecimientos decisivos que fueron objeto de sus reportajes fotográficos durante esa etapa. En el mismo diario se dedica también al fotoperiodismo deportivo, cubriendo los partidos de fútbol en el campo de Les Corts (15 de febrero de 1934, página 4) y los campeonatos de esquí en La Molina (21 de febrero de 1934, página 2), entre otros muchos eventos.

Al estallar la Guerra Civil Puig Farran fue uno de los primeros reporteros gráficos barceloneses que se desplazaron al frente de Aragón. El 4 de agosto de 1936 publica en L’Instant unas fotografías con el siguiente pie: “Conquista de Huesca. Las baterías del capitán Medrano disparando sobre Siétamo”. Unos días después, lo encontramos cubriendo el desembarco republicano en Mallorca. Sus fotografías se publicaron en Última Hora el 22 de agosto de 1936 y en La Vanguardia al día siguiente.

En agosto de 1936 solicita el ingreso en la Agrupació Professional de Periodistes (UGT) declarando que vive en la calle Casp, 160 y que trabaja en el diario La Humanitat en la sección de reportero gráfico con un sueldo a destajo. En enero de 1938, se le nombra vocal de la Junta Directiva de la sección de Reporteros Gráficos de la misma agrupación.

Las necesidades de la creciente demanda de imágenes y de disponibilidad de material marcaron profundamente el día a día de la labor de los fotoperiodistas en tiempos de guerra, un momento especialmente prolífico en la carrera de Puig Farran. De hecho, durante aquellos años se convirtió en uno de los fotógrafos más importantes del diario La Vanguardia, hasta el punto de que muchas fotografías llevaban el pie: “Fotos Puig Farrán exclusivas para La Vanguardia”. Según la documentación que hemos podido localizar su hermano Alfons, también fotógrafo, le ayuda en esa etapa.

Durante la Guerra Civil la imagen, fotográfica y cinematográfica, se convirtió en arma propagandística de primer orden. Además de proporcionar fotografías a los medios, los fotoperiodistas barceloneses pronto adaptaron su quehacer a las necesidades propagandísticas, punto de inflexión en su carrera profesional que tiene como disparo de salida una fecha concreta, el 3 de octubre de 1936, con la creación del Comisariado de Propaganda de la Generalitat de Cataluña, dirigido por Jaume Miravitlles.

Así pues, la fotografía fue la protagonista en libros, carteles, postales, exposiciones y revistas propias del Comisariado –como Nova Ibèria o la publicación gráfica Visions de Guerra i Rereguarda– y, ya a partir de septiembre de 1937, en el comunicado de prensa diario. A veces las imágenes eran las mismas que en los medios; en otras ocasiones, se les hacían encargos concretos y era muy frecuente que no se citara al autor.

La estructura misma del Comisariado contaba con un departamento fotográfico que incluía una sección de reporteros gráficos y una de laboratorio y copias. La falta de un archivo del organismo y el hecho de que el personal no fuera funcionariado de la Generalitat, sino que se lo contratara según las necesidades específicas, dificulta enormemente el establecimiento de la vinculación de cada fotógrafo.

En cuanto a los fotógrafos barceloneses, ha quedado constancia de la colaboración de Josep Brangulí, Gabriel Casas, Agustí Centelles y Miquel Agulló Padrós. La posibilidad de consultar las fotografías del archivo de Joan Andreu Puig Farran y contrastarlas con las fotografías de los álbumes Leica del Comisariado de Propaganda, consultables en el Arxiu Nacional de Catalunya, nos permite asegurar que Puig Farran desempeñó un papel destacado como fotógrafo del Comisariado.

Al finalizar el conflicto, fue internado en diversos campos de concentración, primero en el sur de Francia y, de 1940 a 1943, en Miranda de Ebro. Según el historiador Josep Cruanyes, “en 1940 se acogió al regreso de los expatriados y fue internado en Miranda de Ebro, donde se le condenó a muerte”. Finalmente consiguió la libertad gracias a las gestiones realizadas por su cuñado Manuel Cases Lamolla, que era comandante de la aviación franquista. En el año 1945 regresó a Barcelona y dos años después se casó con Samara Vicente.

Como sucedió con tantos otros fotógrafos que se negaron a comulgar con el régimen, Puig Farran acabó dedicándose a la fotografía industrial y publicitaria. De aquellos años de la posguerra los recuerdos que tiene la familia hablan de pérdida de la ilusión, de silencio respecto al pasado y de un gran resentimiento por el tema político.

A pesar de todo, Puig Farran siguió trabajando hasta que su cuerpo dijo basta. En 1952 da un nuevo rumbo a su carrera profesional y se asocia con el fotógrafo Antoni Campañà Bandrana en “Postales Color CYP”. Juntos inician la primera colección de postales en color de todo el Estado, de la que se derivaría la edición de más de catorce libros turísticos.

Después de jubilarse se dedicó a su gran pasión, las flores. Según recuerda su familia, se pasaba horas y horas cuidando del jardín de su casa en Sant Vicenç de Montalt.

Murió el 22 de febrero de 1982, a los setenta y siete años de edad.

Pablo González Morandi. Observatori de la Vida Quotidiana.

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