Fotografia a Catalunya
Menú
×

Blog

11.01.2016 — 17:05

La Tribuna, el primer diario gráfico catalán

Teresa Ferré. Observatori de la Vida Quotidiana

Portada del diario La Tribuna. Miércoles 10 de abril de 1912 © Arxiu Històric Ciutat de Barcelona

En 1904 un diario hizo un gesto pionero en el campo de la imagen: ilustrar sus páginas solo con fotografías. Fue el inglés Daily Mirror, fundado un año antes por el magnate de la prensa Alfred Harmsworth para el público femenino y que se transformó rápidamente en diario ilustrado para todos. La fórmula funcionó y siguieron sus pasos L’Excelsior en Francia (1910) o el Illustrated Daily News en Nueva York (1919), que en pocos meses cambio su nombre por el de Daily News.

La primera experiencia en la prensa catalana fue temprana, pues se inició en 1911 cuando Joan Pich i Pon adquirió La Tribuna, un rotativo fundado en 1903. Hasta entonces dicho diario, escrito en español y de tendencia liberal, no incorporaba fotografías y solo ocasionalmente incluía algún dibujo.

La primera referencia a un peculiar “fotógrafo” es de 1905, cuando en la sección “Gente Conocida”, de dudosa periodicidad e ilustrada con caricaturas, apareció la firma “Bagaria de Paturot, fotógrafos”. A partir de dicho año y hasta 1911, los dibujos se publican de forma muy aislada hasta el punto de que pueden pasar meses enteros sin que aparezca ninguno.

El cambio fue espectacular, porque la portada se diseñó con fotografías, incluso de página entera, además de algunas en el interior. La apuesta estaba clara: fomentar la información gráfica “universal”; prueba de ello es que muchos días las imágenes no eran de Barcelona, ni tan siquiera de Cataluña. 

Si nos fijamos en los fotoperiodistas que trabajaron en el rotativo, cabe destacar que desde el principio se firma con el nombre más el añadido “de La Tribuna”. Durante los primeros meses los fotógrafos son dos, Josep Brangulí y Josep Maria Sagarra, y para las imágenes extranjeras aparece la signatura Baguñà i Cornet, detalle que sugiere que dicho taller de grabados trabajaba como una agencia. Pero durante el transcurso de 1912 se consolida una firma, Vidal, hasta que en noviembre José Vidal se marcha a Madrid, donde sigue trabajando de corresponsal haciendo fotografía de información general, y se convierte en uno de los profesionales a cargo del seguimiento de la familia real.

El mataronés Joaquim Soler Moreu tomó el relevo y, durante dos años, fue el titular del diario cubriendo la información de Barcelona y ocasionalmente de los recovecos de Cataluña, si lo exigía la actualidad, con la leyenda “de nuestro enviado especial”. El día 2 de marzo de 1914 aparecía Josep Badosa con fotografías de una corrida de toros quien, al poco tiempo, también añadiría el nombre del diario a la firma, pero de momento dedicándose solo a la imagen taurina. Cuando, a finales de aquel año, Soler abandonó el fotoperiodismo para centrarse en la carrera cinematográfica que le llevó al éxito, Badosa se convirtió en el amo y señor.

La Tribuna también tenía colaboradores habituales. Además del corresponsal en Madrid, las signaturas más frecuentes son Argilaga (Terrassa), Casaña (Sabadell), Vallvé (Tarragona), Barberà i Massip (Valencia), Sánchez Pando (Sevilla) o Lázaro (Marruecos y Melilla). Y en el ámbito de la información extranjera dominan Meurisse, desde París, y Trampus. Ninguna de esas firmas, sin embargo, incorpora el añadido del nombre del diario a las imágenes.

El negocio iba tan bien que, en septiembre de 1913, La Tribuna cambiaba de local porque se hacía realidad el lanzamiento de El Día Gráfico, un diario matutino con la misma filosofía que había anunciado a bombo y platillo periódicamente desde antes del verano. Y sucedió que el recién llegado acabó eclipsando a La Tribuna, tanto en los quioscos de la época como en los libros de historia de la prensa de nuestros días. En 1919, Pich i Pon lo vendió y cuando volvió a circular, dos años más tarde, ya no llevaba ninguna fotografía. Durante aquel periodo gráfico cabe mencionar que cambió temporalmente de nombre y que, entre el 1 de noviembre de 1914 y el 21 de marzo de 1915, se llamó La Tribuna de Barcelona.

Mientras convivieron los dos diarios, los fotoperiodistas de la casa trabajaron para ambas publicaciones y, más tarde, para las que creó en los años veinte la misma empresa, Publicaciones Gráficas S.A. Un aspecto bastante notable es que, en general, las fotografías van firmadas; son muy pocos los casos en que no es así, y suele suceder con imágenes del extranjero y relacionadas con la Gran Guerra.

En cuanto al diseño y al formato, La Tribuna parecería ser el campo de experimentación de la empresa. Por ejemplo, desde enero de 1914 la portada cambia y la fotografía se reduce un poco porque convive con artículos, con alguna esquela o con algún anuncio comercial, o con los dos a la vez, una forma básica de financiar la prensa en un contexto general que empieza a caminar hacia el negocio. A partir de agosto, al estallar el conflicto bélico, un nuevo elemento gráfico se abre paso en detrimento de la fotografía: el mapa, prehistoria de la infografía actual.

Uno de los cambios más destacables y a la vez más efímeros tuvo lugar a finales de marzo de 1915. El día 22 la cabecera había cambiado el diseño y jugaba con una parte de color rojo. En los días posteriores, ese experimento cromático se aplicó en rojo, azul y verde a diferentes fotografías. Pero a principios de abril ya se volvía al blanco y negro, mientras que el rojo de la cabecera duraría hasta el año siguiente, momento también en que la fotografía vuelve a ocupar en solitario la portada hasta el mes de septiembre, cuando se produce un cambio radical.

Súbitamente La Tribuna redujo su formato a la mitad, reservó la portada para una sola fotografía (de forma excepcional un dibujo y siempre relacionado con la guerra), aumentó las páginas a dieciséis (veinticuatro los domingos) y también reservó para la imagen las dobles centrales, además de otra interior. En definitiva, se inspiró en el madrileño ABC, cuyos orígenes no relacionamos con la idea de un diario gráfico por diversos motivos, como por ejemplo que es un proyecto surgido de Blanco y Negro (1891), el semanario pionero de la misma empresa; porque, desde su fundación en 1903, pasó por diferentes pruebas de periodicidad, quincenal y semanal, hasta que se convirtió en diario; y también porque el formato era de revista desde el origen. A pesar de la diferencia formal respecto de los demás diarios del Estado, ABC se abría paso; por tanto no es nada extraño que La Tribuna tomara nota y lo imitara. La apuesta, sin embargo, no logró levantar la cabecera barcelonesa. 

Así pues, entre 1911 y hasta septiembre de 1919, La Tribuna fue el primer diario gráfico publicado en Cataluña. Como estamos hablando de un rotativo vespertino, en los temas retratados abundan las informaciones más populares; por ejemplo, las fiestas tradicionales y los deportes, además de las curiosidades y adelantos de todo el mundo. Evidentemente tienen una fuerte presencia los toros y los espectáculos, entre los que destacan las representaciones teatrales, en especial a partir de mediados de 1914, cuando las imágenes taurinas van a la baja, probablemente porque desde el 2 de marzo El Día Gráfico contó con una nueva sección ilustrada titulada “Toros y toreros”. A pesar de la constancia de esos temas ligeros, como las inevitables fotografías de los bañistas en la playa cada verano o la carroza más destacada del desfile de Carnaval, la actualidad se imponía: accidentes espectaculares (portada de Badosa del 1 de septiembre de 1916 sobre el accidente de tren en Mataró) o algún fenómeno meteorológico destacable (portada e interior de Soler de una nevada en Barcelona el 16 de enero de 1914).

Mención a parte merece la cobertura gráfica de la Primera Guerra Mundial por la importancia y la presencia sostenida que tiene a lo largo de los años. Las primeras fotografías son, el 5 de agosto de 1914 en la página 5, un paisaje con un avión al fondo y, al día siguiente y ya en portada, unos soldados de infantería serbios desfilando. La confección de mapas quitó espacio a la fotografía, que lo fue recuperando a medida que avanzaba el conflicto. Cabe destacar que muchas portadas de aquellos años se realizan con una sola fotografía de algún aspecto o personaje de la guerra y no es hasta 1917 que aparecen escenas en forma de dibujo, tanto en la portada como a doble página interior. Sin embargo, cuando hablamos de fotografía de guerra tenemos que olvidarnos de la iconografía con la que relacionamos un conflicto actualmente, pues en aquellos años aun estaba en construcción. Por ejemplo, la violencia y el rastro de la destrucción solo se aprecian a través de las fotografías de ruinas; la primera de este tipo que hemos localizado es del día 25 de septiembre de 1914 e ilustra una manzana de casas de Charleroi después de una batalla. Y solo hemos visto la muerte en una fotografía de las dos de la portada del 28 de mayo de 1916: en la parte superior, unos soldados alpinos en las trincheras se retratan detrás del cadáver de un compañero que parece estar dormido; mientras que, debajo, unos soldados italianos se encuentran en plena trinchera. El resto son fotografías de altos mandos, de la vida cotidiana en el frente, de adelantos técnicos o de paisajes, como la del 17 de marzo de 1916 donde un plácido bosque desierto nos informa de la lucha que se desarrolla en Verdún. La cobertura de la guerra se hizo a través de las firmas Branger, Meurisse y, en menor presencia, Hofer y Rol.

Teresa Ferré. Observatori de la Vida Quotidiana

LEER MÁS ARTÍCULOS

Anterior
Siguiente