Joan Martí Centellas, Plaza de Palau, 1874
Debido a que los estudios fotográficos necesitaban luz para la realización de las fotografías, se instalaron en los terrados de muchas casas de la ciudad. Era una novedad cuando un fotógrafo conseguía abrir un estudio en una planta baja que tuviera iluminación natural y, en ese caso, se anunciaba con la posibilidad de retratar carruajes y caballos.
La contemplación detenida de las fotografías escénicas de las ciudades permite comprobar cómo en los últimos pisos de muchos edificios aparecen rótulos que anuncian estudios de retratistas. Los anuncios, colocados en las barandillas, podían indicar el nombre del taller o solo el hecho de que allí se hacían retratos. A menudo se montaban casetas en los terrados, con profusión de superficie de cristal, que se convertían en lugares idóneos para la sesión de retrato, aunque también estaban expuestos a las inclemencias del tiempo, como se muestra en la noticia de la tormenta de septiembre de 1887:
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Desgraciadamente, en esa época se realizaban pocas fotografías urbanas y además solo se fotografiaban las principales calles o plazas. Por ejemplo, la Rambla o la plaza del Pla de Palau fueron fotografiados, y en esas imágenes podemos ver algunos talleres ubicados en sus edificios. Otras calles, como Escudellers o Nou de la Rambla, quedaron fuera de la mirada del fotógrafo por lo que no podemos ver otros estudios ubicados en ellas.
Localización de estudios fotográficos en Barcelona c.1869
Plano de Barcelona 1866. Ramon Tarragó. 1866. Institut Cartográfic de Catalunya
La acumulación de estudios en las mismas zonas hacía que la propaganda escrita en revistas avisara de la importancia de no confundir unos con otros:
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