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28.07.2017 — 10:35

Más que fotos en libros...

Pedro Torres (Comissari independent)

Thomas Sauvin, Xian, 2016. (Fuente: Prensa CCCB)

“Ah, how good it is to be among people who are reading.” Rainer Maria Rilke

La exposición Fenómeno Fotolibro, organizada por el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB) y la Fundación Foto Colectania, parte de un soporte específico para hacer una relectura de la historia de la fotografía y del propio medio: el fotolibro (el libro fotográfico), porque es el medio naturalizado para la fotografía –y, por tanto, por donde discurre determinada historia contada por las imágenes– pero también como reconocimiento a este formato que ha experimentado un crecimiento muy acusado en los últimos años y ocupa un lugar central en la fotografía contemporánea.

La envergadura del proyecto expositivo es muy amplia, desde los inicios de la historia del fotolibro hasta la producción contemporánea, y para ello ha contado con la experiencia de nueve comisarios: Gerry Badger, Horacio Fernández, Ryuichi Kaneko, Erik Kessels, Martin Parr, Markus Schaden, Frederic Lezmi, Moritz Neumüller e Irene de Mendoza, de la propia  fundación. Repartida entre las dos sedes, con más de quinientos fotolibros, la muestra se divide en siete capítulos: “La visión del coleccionista”, “Los mejores fotolibros según Martin Parr”, “Libros de propaganda versus libros de protesta”, “Reading New York. Un PhotoBookStudy sobre Life is Good & Good for You in New York”, de William Klein, “Cinco aspectos de los fotolibros japoneses”, “Prácticas contemporáneas + Fotolibros contemporáneos”, “Fascinaciones y fracasos”, y “La biblioteca es el museo”. En estos apartados podemos encontrar libros históricos muy conocidos, una historia detallada de los fotolibros japoneses, pioneros en su producción, y artistas contemporáneos que exploran los formatos actuales de edición y producción.

 

Entrada de la exposición Fenómeno Fotolibro. (Fuente: Prensa CCCB) 

 

Entre los libros históricos, encontraremos New York (1956), de William Klein, al que le dedican un apartado completo donde podemos ver el libro página por página y su construcción (un libro que posteriormente influyó mucho en una gran producción de publicaciones de fotografías de ciudades) y The Decisive Moment (1952), de Henri Cartier-Bresson, también dispuesto de manera que podamos ver todo el contenido del libro expuesto en pared, aunando quizás la separación que el propio autor hacía: “los cuadros en las paredes y las fotos en los libros”.

 

La historia del fotolibro pasa ineludiblemente por Japón y el comisario Ryuichi Kaneko ha querido mostrarnos parte de esa historia revelando una serie de libros a través de algunos aspectos que han posibilitado la inmensa producción, constante y a lo largo de décadas, de este de tipo de publicación en el país nipón. La impresión, la autoedición, el trabajo entre fotógrafos y diseñadores, el formato editorial del zenshu (entendido como un compendio, específicamente japonés) y el surgimiento de fotolibros editados a partir de series publicadas anteriormente en revistas fotográficas y de arte son los ejes que destaca el comisario para entender la producción de fotolibros en Japón, especialmente a partir de la década de los cincuenta. Los tres primeros aspectos y sus desarrollos son fundamentales para comprender la influencia de la cultura del fotolibro japonés en el mundo occidental contemporáneo.

Martin Parr, unos de los nombres clave de la fotografía contemporánea, no sólo por su producción fotográfica y por la publicación de decenas de fotolibros, sino también por su labor como comisario y coleccionista, se encarga de abrir el recorrido de la exposición y propone, a partir de una selección de su colección, una pequeña historia completa del fotolibro que, empezando en 1903 con The Book of Bread y llegando hasta autores contemporáneos con publicaciones recientes, como Cristina de Middel y su The Afronauts (2012) y Eamonn Doyle con i (2014), abarca más de un siglo de historia. Estos últimos libros, precisamente reflejan la tendencia contemporánea de la autoedición y la manera en que los autores se han hecho con las herramientas (técnicas, económicas, conceptuales) que permiten la producción de fotolibros a menor escala y, como resultado, una mayor diversidad de publicaciones en el mercado editorial. En la selección de Martin Parr, además de autores consagrados como August Sander, Aleksandr Ródchenko, Albert Renger-Patzsch y Daido Moriyama, destacaría el libro Evidence (1977), de Larry Sultan y Mike Mandel, construido a partir de una selección de imágenes provenientes de diferentes archivos institucionales (de investigación científica, de departamentos del gobierno, del ejército, etc.) de Estados Unidos. Imágenes consideradas documentos objetivos y que, al ser trasladadas a otro contexto, generan otra narrativa. Una narrativa que surge precisamente de ese trabajo de edición, del secuenciamiento y de las infinitas posibilidades de lectura que posee la imagen. Martin Parr, en su libro The Photobook: A History, describe Evidence como "uno de los más bellos, consistentes y desconcertantes libros que se hayan hecho, una caja infinitas sorpresas visuales".

 

Considerando el soporte básico del material de la exposición –papel impreso y ensamblado de alguna manera, lo que supone un volumen contenido en un espacio– es interesante pensar la forma en que se exhiben estas publicaciones. Infelizmente, y debido a muchas razones pero sobre todo a causa de la conservación (vinculada a una lógica museística y de mercado), no podemos acceder a algunos de los libros de la manera en que fueron concebidos, para poder ser tocados, hojeados, vistos y leídos. Pero la exposición propone una serie de recursos que nos aproximan a su lectura: vídeos en los que vemos el libro manipulado, o casos especiales como los de Klein y Cartier-Bresson donde se nos presenta todo el libro desplegado o reproducido en pantallas táctiles que nos permiten hojear virtualmente su páginas, como sucede con Evidence. Un recurso que se aproxima más a la experiencia directa, íntima y personal, del libro, en el que podemos detenernos más o menos en una determinada página, ir a nuestro propio ritmo, avanzar o retroceder en la corriente de imágenes. En algunos otros casos encontramos otros recursos, como la pantalla táctil que acompaña el libro de De Middel, en la que sólo hay una gran imagen del Universo por la que podemos desplazarnos con los dedos, y la presentación enmarcada de las Bilder (1971) de Hans Peter Feldmann.

No olvidemos que los fotolibros son objetos que entra en nuestro cotidiano a través de una dinámica de mercado (más o menos económicos, a través de unos canales específicos), y en este fácil acceso a los mismos reside su poder de diseminación y alcance, que es justamente lo que Fenómeno Fotolibro reconoce como parte del fenómeno. La gran producción reciente, podríamos decir de la última década, especialmente facilitada y multiplicada por la autoedición y la edición independiente, ha generado un contexto propio para el fotolibro que ha provocado una mirada renovada hacia este medio y, en algunos casos, una relectura de la historia de la fotografía.

En 2014, dos exposiciones ya apuntaban al reconocimiento del fenómeno del fotolibro en España. Por en lado, Foto Colectania presentaba Fotolibros. Aquí y Ahora, una muestra centrada en autores contemporáneos, con libros editados entre los años 2011 y 2014, que reunía trabajos de Ricardo Cases, Cristina de Middel, Óscar Monzón, Aleix Plademunt, Simona Rota, Txema Salvans, Carlos Spottorno y Antonio M. Xoubanova. Se reconocía en ella la creativa expansión de los fotolibros en España, fechada por Horacio Fernández (comisario y especialista en fotolibros) a partir del 2009, con una producción reconocida internacionalmente desde entonces (podemos encontrar una muestra de los títulos editados en estos años en la publicación LIBRO. Un ensayo acerca del libro de fotografía y de su momento actual en España, editada con el motivo de la exposición en la Fundación). Por otro lado, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía ya incidía sobre el tema desde una perspectiva más histórica, con la exposición Fotos y libros. España 1905-1977, en la que revisaba la historia del fotolibro español desde principios del siglo XX hasta mediados de los años setenta, con publicaciones de autores reconocidos, como Francesc Català-Roca, Ramón Masats y Xavier Miserachs, y otros no tan conocidos.

El presente de la edición contemporánea está representado en Fenómeno Fotolibro por los autores Laia Abril, Julián Barón, Alejandro Cartagena, Jana Romanova, Vivianne Sassen, Thomas Sauvin y Katja Stuke & Oliver Sieber. Ellos son los encargados de mostrar cómo el fotolibro se expande y es parte o resultado final de unos procesos e investigaciones artísticos. Laia Abril presenta su Lobismuller, un proyecto que primero se ha formalizado como instalación, reuniendo a una serie de imágenes, documentos, textos, etc., y que posteriormente se convierte en una publicación, en la que vemos cómo esta variedad de formatos de su investigación se transforma en una narrativa predominantemente visual. El proyecto revisa la historia de una supuesta víctima de la maldición del hombre-lobo, que cometía asesinatos estando en este estado, desde una perspectiva femenina y desde la intersexualidad. En la exposición podemos ver el libro y hojearlo directamente –descubrimos en él detalles como el hilo rojo del cosido o diferentes encartes– acompañado de un pequeño montaje instalativo con fuentes materiales del proyecto.

 

En esta sección también encontramos un fotolibro de Vivianne Sassen, Umbra (2015), centrado completamente en la imagen fotográfica a través de un tema preciso, la sombra (y por ende, la luz). Una edición de carácter más poético donde la autora, compartiendo voz con Maria Barnas, “profundiza en el mundo de las sombras. Una oscuridad que es al mismo tiempo seductora y engañosa. Una oscuridad que yace en cada alma humana, como las aguas quietas de un lago negro con una superficie plana como un espejo pero que no se puede desmenuzar”.

En cuanto a los formatos, vemos como Thomas Sauvin plantea su libro Xian (2016) como un verdadero objeto. Compuesto por cincuenta y nueve cajas hechas con papel doblado (una referencia a las cajas de costura chinas donde se guardaban los hilos y las agujas), el libro contiene noventa fotografías impresas, en diferentes formatos, que vamos descubriendo y con las que interactuamos a la medida que abrimos los diferentes espacios.

Erik Kessels es otro artista, también fotógrafo y coleccionista, que amplía el campo del fotolibro. Por un lado, es responsable de uno de los capítulos de la exposición que muestra libros o manuales ilustrados de la llamada “fotografía útil”. Publicaciones con imágenes de diferentes temas y ámbitos que se explican visualmente por si solas. La reunión de estos libros, de estos foto/libros, muestra como el formato fotolibro admite muchas posibilidades siendo fundamental el partir de una colección o cuerpo de fotografías/imágenes. Por otro lado, Kessels presenta una gran instalación con imágenes encontradas en el Archivo Nacional de Cataluña. Imágenes, objetos desechados y una pista de audio componen la instalación que aborda la objetividad del registro fotográfico, recuperando el error o el desastre como campo de posibilidades de nuevas lecturas. Una obra que podríamos situar completamente en el ámbito del arte contemporáneo, pero que deviene de este interés por la imagen, por la imagen fotográfica, que está en el centro de la concepción de un fotolibro.

Para completar el panorama más actual del fotolibro, encontramos al final del recorrido de la exposición en el CCCB una amplia selección de libros publicados en 2015 o 2016. Los libros reunidos en este espacio dan cuenta de la gran cantidad de fotolibros producidos internacionalmente, y de su calidad, ya sean autoeditados o fruto de editoriales independientes o más establecidas. Aquí vemos una colección de libros fantásticos que podemos ver, tocar, hojear y leer, y en los que podemos perdernos en historias infinitas. Destacaría, entre los de producción nacional, los autoeditados De votos (2015), de Toni Amengual, y Bidean (2015), de Miren Pastor, así como Blackcelona (2015), de Salvi Danés, Ama Lur (2015), de Jon Cazenave, Every night temo ser la dinner (2016), de Sofía Ayarzagoitia, y The observation of triffles (2016), de Carlos Alba.

Si el objetivo de la exposición era reivindicar el valor del fotolibro en la cultura visual contemporánea, parece fundamental revisar y proponer una posible historia, con la ayuda de una cierta distancia; pero también lo es ahondar en la producción contemporánea. Una producción que ha consolidado el fotolibro, un medio utilizado históricamente por los fotógrafos para presentar, comunicar, ver y leer fotos, una especie de pequeña obra total, donde confluyen la fotografía, la edición, el diseño y la producción.

Pedro Torres

 

Enlaces:

En las páginas web del MNCARS, Foto Colectania y especialmente del CCCB se puede encontrar una serie de contenidos relacionados con las exposiciones:

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