La obra de Àngels Ribé (Barcelona, 1943) se enmarca dentro del panorama internacional como una parte esencial para la definición del arte conceptual actual. La consideramos una pionera, cuya práctica va desde el uso de la fotografía hasta la performance, la instalación y la escultura; dotada de una constante sensibilidad por el espacio, la forma y el entendimiento del mundo a través de su propio cuerpo. El papel de la fotografía ha sido de gran importancia para el desarrollo del trabajo de la artista, usándola como testigo y registro principal de sus acciones y performances, y también como instrumento de su mirada, captando sigilosamente detalles imperceptibles en el ambiente o registrando metódicamente su andar, su cuerpo, el espacio y las formas que la rodean, mostrando una gramática de fragilidad de instantes fugaces frente a la jerarquía masculina de la perennidad1.
Desde sus inicios, el trabajo de Ribé buscó superar las lógicas minimalistas utilizando su cuerpo y explorando la naturaleza a través de diversas acciones efímeras, registradas en fotografía o video para luego adentrarse en otros medios como el dibujo, la escultura, la performance, etc., marcando una desmaterialización en la obra de arte y, por lo tanto, cambiando las reglas establecidas para delimitar un lugar entre el espectador y el lugar de la obra.
Gran parte de su obra ha sido realizada en espacios urbanos y naturales, generando una reflexión acerca de la relación entre lo público y privado, lo interno y externo en nuestra cotidianidad. Uno de los pensadores claves para reflexionar sobre este tema fue Henri Lefebvre, cuya investigación en urbanismo genera un punto de quiebre en la forma en que los artistas del momento se relacionaban con el espacio urbano. Lefebvre concibe la ciudad como un espacio social, que trasciende lo arquitectónico para convertirse en un contenedor de relaciones e intercambios, un espacio para la acción2. De esta forma, muchos trabajos de artistas de la época actuaban bajo esta dinámica, la de intervenir y actuar en el espacio urbano. Los trabajos entonces no se conciben como objetos de valor artístico, son más bien gestos efímeros, intervenciones y pequeñas observaciones en las que el artista busca generar interrogantes acerca de la relación jerárquica entre la obra de arte, el espectador y el espacio en el que convergen. En ese sentido, los primeros trabajos de Ribé nacen de esta premisa como espacios no solo contenedores del objeto artístico sino de relación e intercambio de sentido, dando origen a una obra en constante transformación.
La obra Acció al parc, París (1969) ejemplifica lo antes expuesto. La artista coloca en un parque infantil un tubo flexible utilizado comúnmente para la construcción, cuyo aspecto llama la curiosidad de los niños, quienes se acercan y comienzan a jugar mientras la artista va documentando a través de la fotografía las diferentes posiciones que el tubo va adoptando durante el juego de los niños.
El andar en la práctica artística ha sido una característica importante para el quehacer de los artistas de la época, cuya deriva determinaba la relación e interacción del cuerpo con el ambiente. El espacio y lo encontrado en él generan intercambios simbólicos registrados por el artista quien interviene o simplemente, como un espectador, se detiene para observarlo. Michel de Certeau habla del acto de andar como un proceso de enunciación, discursivo pero no narrativo3, una creación de rastros al pasar que pueden ser leídos como una búsqueda de sentido. El caminante en su andar va enunciando su historia, un discurso relativo al lugar/no lugar de la existencia concreta, un relato trabajado artesanalmente con elementos sacados de dichos comunes, una historia alusiva y fragmentaria cuyos agujeros se encajan en las prácticas sociales que ésta simboliza.
En Two Main Subjetive Points on an Objective Trajectory (1975), Ribé nos muestra a través de una serie de fotografías su recorrido de ida y vuelta a través del puente de Williamsburg, NY. Allí pone en relieve dos puntos subjetivos en un desplazamiento objetivo establecido por la propia artista, con lo que cuestiona las formas de percepción e interacción con el espacio, así como también resalta la posibilidad de dar un valor a los momentos cotidianos y neutrales de nuestra movilidad rutinaria. En cambio, en Invisible Geometry 2 (1973), es el desplazamiento de la cámara fotográfica ante una misma imagen lo que produce una mayor tensión o cuestionamiento acerca de la percepción geométrica.
Los trabajos de Ribé funcionan bajo una lógica poética de la percepción. En este sentido, es frecuente en sus obras el uso de la geometría, el encuentro con diversas figuras en el espacio las cuales asocia aisladamente para descontextualizarlas. En Associations 2, 3 y 4 (1973), la artista fotografía huellas, irrupciones, trazos y grietas, que al ser fotografiados sin ninguna relación de escala, pueden relacionarse de forma conceptual, generando una cartografía como testigo constante de esta relación del espacio a través de su cuerpo y su pensamiento.
En 1979, Ribé realiza un proyecto que terminará exponiéndose en una escuela universitaria en Sant Cugat del Vallés: Ornamentació (1979), una serie de diapositivas sobre formas ornamentales que, reflexionando acerca de la escultura, conforma un repertorio de formas y colores encontrados en el espacio urbano catalán. Poco tiempo después repetirá el proceso en Nueva York, pero ahora utilizando película 35mm en blanco y negro. Este trabajo no solo muestra su interés por las formas geométricas, sino también por las formas “desposeídas de su contenido y de su función, como vehículos permanentes de comunicación, capaces de traspasar su tiempo histórico”4. Así, explica, le interesa la apariencia de los objetos separados de su función específica, por eso al fotografiarlos y mostrarlos relacionados entre sí, les otorga otra estructura ajena a aquello que los significaba, convirtiéndolos en otra cosa y reflexionando acerca de la escultura.
Ornamentation: The Unrelated Object New York, 1979 Mosaic
Cuando observamos la obra Association: Cut: Solution of the Skin´s Continuity (1973), entendemos la herida como una interrupción en la continuidad natural de la piel que, vista en el espacio público como una grieta, funciona como elemento simbólico de la relación entre lo urbano y lo psicológico. Diez años antes se había escrito en la revista Internationale Situationniste5 el término “psicogeografía”, como “el estudio de los efectos precisos del medio geográfico acondicionado o no conscientemente sobre el comportamiento de los individuos”. Vemos así, en la obra de Ribé, una dualidad que se manifiesta constantemente como una escisión interna, una lucha entre dos fuerzas, una lucha de contrarios6. Es esta dualidad a través de diversos medios lo que genera un constante cuestionamiento del lugar de la obra de arte, el espectador y el artista, haciendo del trabajo de Ribé una experiencia estética fundamental para esta época.
Diana Rangel Lampe
Galería Ana Mas Projects
1En “Poética de la resistencia”, ensayo de Teresa Grandas para catálogo de exposición En el laberint: Angels Ribé 1969-1984. MACBA 2011.
2Henri Lefebvre. The Production of Space (1974). Cap. 2.
3Michel de Certeau. La invención de lo cotidiano (1990). Cap. 7.
4Testimonio de la artista en En el laberint: Angels Ribé 1969-1984. MACBA 2011. p. 150.
5“Definitions”, Internationale Situationniste, num 1, París (1958). Versión castellana: Andreotti, Libero y Costa, Xavier (eds), Teoría de la deriva y otros textos situacionistas sobre la ciudad, MACBA/Actar, Barcelona, 1996.
6En “Poética de la resistencia”, p. 156.