Fotografia a Catalunya
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Toni Catany

1942-2013
Toni Catany

Biografí­a

Recuerdan las notas biográficas de Toni Catany (Llucmajor, 1942-2013) que fue un fotógrafo autodidacta y que, hacia 1957, un curso por correspondencia supuso el inicio de un largo y paciente aprendizaje que le llevó a alcanzar auténticas conquistas visuales, auténticos encuentros con la belleza.

Fue Toni Catany una figura singular en el panorama de la fotografía contemporánea. Autor de una obra personalísima, desde su primera exposición, en 1972, llegó a realizar más de cien exposiciones individuales por todo el mundo.

Explicaba Catany que a finales de la década de los sesenta empezó a fotografiar, utilizando la técnica del calotipo, paisajes, naturalezas muertas, desnudos y retratos, temas que siguió desarrollando posteriormente. Mostró siempre un interés particular en publicar su obra en libros, que obtuvieron numerosos galardones.

Natures mortes (Lunwerg Editores, 1987 y 1995), premio al mejor libro de la Primavera Fotográfica (1988), recogía una muestra magnífica de sus bodegones en color, con los que a menudo se relacionó a nuestro artista y que le abrieron, de forma más clara, las puertas internacionales.

La meva Mediterrània (Lunwerg Editores, 1990), premio al mejor libro de los Encuentros Internacionales de la Fotografía de Arles y premio al mejor libro ilustrado por la Generalitat de Cataluña (1991), fue su primera interpretación del mar Mediterráneo y de su cultura, a raíz de sus viajes.

En 1993, se publicó Somniar déus (Lunwerg Editores, 1993), fruto de cuatro años dedicados al desnudo masculino, mediante la aplicación de una técnica inspirada en el calotipo.

Obscura Memòria (Lunwerg Editores), en 1994, mostraba su segundo recorrido personal por el Mediterráneo para el que utilizó la película Polapan de Polaroid para retratar las ruinas que había buscado, de una punta a otra de nuestro mar.

En Fotografies (Lunwerg Editores, 1997), Premio de los Editores Europeos y premio al mejor libro ilustrado otorgado por la Generalitat de Cataluña (1998), se encuentran los primeros Polaroid transportados del fotógrafo, una técnica que le permitió desarrollar, con el uso del color, los temas que le interesaban desde el principio de su trayectoria, y que nunca dejó de practicar con gran maestría y con una innegable capacidad de sorprendernos.

No fue hasta 1998, cuando se publicaron, sus primeros calotipos en forma de libro, en Calotips 1976-1986 (Sa Nostra).

En 1991, el Ministerio de Cultura de Francia lo nombró Chevalier de l’Ordre des Arts et des Lettres, y en el 2001 la Generalitat de Cataluña le concedió el Premio Nacional de Cultura en su modalidad de Artes Plásticas por la exposición que en el año 2000, bajo el título L’artista en el seu paradís, exhibió el Museo Nacional de Arte de Cataluña. Se trataba de una muestra inusual y excepcional, recogida también en un libro formidable. La exposición, comisariada por Pierre Borhan, director del Patrimonio Fotográfico francés, mostraba 160 fotografías, realizadas entre los años 1979 y 2000, que ofrecían una panorámica bastante completa de lo que había sido, hasta entonces, la obra de Catany. En el 2001, recibió el Premio Nacional de Fotografía que le otorgó el Ministerio de Cultura español, y en el 2003, el premio Ramon Llull de las Artes que le concedió el Gobierno de las Islas Baleares.

En el 2006, publicó el libro Venessia (Lunwerg Editores), una obra bellísima que recoge la evolución de la mirada del artista sobre la ciudad de las lagunas, a lo largo de los años y de los innumerables viajes que hizo a aquel lugar.

El 2007 es el año de la publicación de Visions del Tirant lo Blanc, obra en la que colaboró el poeta de Gandía Josep Piera y que constituye una interpretación visual del mundo caballeresco en el que están plasmados casi todos los temas del fotógrafo, del desnudo al bodegón, pasando por una particular revisión del paisaje mediterráneo.

A partir del 2005, aproximadamente, se inició el proceso para la materialización de lo que fue, en los últimos años de su vida, el gran proyecto del artista, su voluntad: la creación de la Fundación Toni Catany. La futura Fundación contaba ya, oficialmente desde el 2007, con el impulso y la participación del Consejo de Mallorca y el Ayuntamiento de Llucmajor, pueblo natal del fotógrafo y sede principal del ente. El proceso para la concreción de un marco legal en el que convergieran las voluntades del fotógrafo y de las instituciones públicas implicadas se completó cuando los plenos del Consejo de Mallorca (23-12-2010) y del Ayuntamiento de Llucmajor (29-12-2010) aprobaron la creación, en ambos casos por unanimidad de todas las fuerzas políticas, y ratificaron unos estatutos consensuados por todas las partes.

Para sustanciar el proyecto, el artista se comprometió a aportar su patrimonio, entre el que se contaban miles de negativos y de copias positivadas obra del fotógrafo, más de doscientas fotografías de otros autores, una colección de cámaras de diversas épocas, un extenso fondo bibliográfico y la casa natal en Llucmajor. Por su parte, en el 2009, el Consejo de Mallorca había adquirido ya, a cargo de fondos europeos, la casa del sacerdote y fotógrafo Tomàs Montserrat, anexa a la de Toni Catany, y el Instituto de Turismo de España había transferido 4,3 millones de euros al Gobierno de las Islas Baleares, con carácter finalista, para que fueran en su momento transferidos al Consejo de Mallorca para la ejecución del proyecto.

Con el inicio de la VIII legislatura en las Islas Baleares, el proceso sufrió una ralentización, motivada, entre otras cuestiones, por la crisis económica y por los problemas de liquidez que afectaban a las instituciones. A pesar de esto, y dado que se contaba con el dinero para la constitución y creación de la Fundación, que había sido transferido al gobierno de las Islas, una vez expresada su preocupación por la aparente paralización en la que había entrado el proceso, el artista recibió el compromiso de la presidencia del Consejo de Mallorca de activar, tan pronto como fuera posible y la situación económica lo permitiera, la ejecución del proyecto y exigir al Gobierno la transferencia al Consejo de los fondos estatutarios.

En junio del 2013, cuatro meses antes de su muerte, que en ningún momento ni él ni sus amigos cercanos habrían imaginado tan inminente, Toni Catany decidió comunicar al Consejo de Mallorca que la constitución de la Fundación tendría que esperar a que el dinero para su materialización estuviera, finalmente, al alcance del Consejo. En cierta medida, la decisión del fotógrafo respondía a la necesidad de asegurarse una casa habitable en Llucmajor mientras esperaba a que se materializara la Fundación. Por ello proyectó la rehabilitación de su casa, para que cuando en el futuro se reunieran las condiciones para la constitución de la fundación, pudiera adaptarse e integrarse en el proyecto y en la construcción de su sede principal, y permitiera la anexión a la casa de Tomàs Montserrat. En una carta dirigida al conseller de cultura y vicepresidente del Consejo de Mallorca, fechada el 26 de junio, Catany expresaba su decepción y sus intenciones, cuando escribía: «Mis objetivos en lo relativo a garantizar la integridad de mi archivo fotográfico y a ubicarlo, siempre que sea posible, en mi pueblo, se mantienen». Por su parte, el Consejo solicitaba al Gobierno español una prórroga para disponer de los fondos para el proyecto (ingresados en la caja única del gobierno de las Islas al final de la legislatura anterior) y este la concedía casualmente cuatro días después de la muerte del artista, ampliando el periodo de ejecución de las actuaciones previstas hasta finales del 2016.

Durante los últimos años de vida del artista, aunque trabajaba con sus colaboradores en la futura Fundación, siguió siendo un creador incansable. Sus obras continuaron exponiéndose en Madrid, Bruselas, Barcelona o Mallorca, por poner solo algunos ejemplos. El Museo del Baluarte de Palma adquirió para su fondo algunas de sus fotografías, y se mantuvo siempre activo en la búsqueda de nuevos proyectos y de nuevas imágenes para sustanciarlos. Cuando el 14 de octubre de 2013 falleció, repentinamente, en Barcelona, se encontraba preparando la que sería una exposición póstuma en la galería Trama de la Ciudad Condal, que llevaba por título Altars profans. En el texto introductorio del catálogo de esta exposición, encontramos estas palabras del que fue gran amigo de artista, el belga Alain d’Hoogue, actual vicepresidente de la Fundación, que explican muy bien el momento creativo en el que Catany se encontraba:

«Desviándose, pues, de una u otra forma de la función principal, negando las jerarquías, suscitando las vecindades improbables, pasando por alto la geografía, el tiempo, las culturas y las religiones, desacralizando, de paso, aquello que es sagrado, el fotógrafo inventa su propio sincretismo, a partir de las fuentes más diversas, para saludar el amor, la amistad, el arte, al otro, el otro lado. Tanto las cosas simples como las más sofisticadas, tanto el instante como la perdurabilidad.

Los altares profanos de Toni Catany no convocan a una misa, ni a un rito, ni tan solo al menor de los sacrificios. Y si están adornados con ofrendas es porque son un regalo a la vida».

Font: Fundació Toni Catany. www.fundaciotonicatany.cat

Fotografia: Adrià Pujol.

 

Exposiciones

2016 Toni Catany. Cuando ir era volver​. Casa Milà (La Pedrera), Barcelona.

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Bibliografí­a

BEZARES, Miquel [et al.]Toni Catany: cuando ir era volver. Llucmajor: Fundació Toni Catany, 2016. 165 p.

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